Redacción de El Sur buzon@periodicoelsur.com Viernes 12 de Enero del 2007
Presione sobre la fotografíaCasimiro Castillo, Jalisco. (Diario 16).- Como en ningún otro sitio de México, siete municipios vecinos entre sí, sin conurbaciones de por medio que obliguen a acuerdos ni grandes recursos públicos, han logrado lo que hoy empieza a verse como realidad en la cuenca media del río Ayuquila, en Jalisco: arrancar procesos de separación y reciclaje de basura.
No es un trabajo repentino. El proceso arrancó hace más de diez años, con la integración de un proyecto en el municipio de El Grullo, en el valle de Autlán. Con los años, se sumaron, de forma parcial o total, las demarcaciones de Autlán, El Limón, Ejutla, Unión de Tula, Zapotitlán de Vadillo y Tolimán.
Esto ha traído, como beneficios inmediatos, la reducción en el volumen de basura recolectada, la eliminación de aquella clase de desechos difícilmente degradables en el ambiente, y la posibilidad de obtener algún dinero a cambio de los materiales reciclados. Pero lo más importante: ha sumado a los ciudadanos de cada municipio al trabajo de resolver los conflictos ambientales más graves de sus localidades. “Hay un aprendizaje muy útil a favor de la sustentabilidad”, dice Salvador García Ruvalcaba, encargado de educación ambiental del Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad (Imecbio), de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Huelga decir que estos procesos municipales se dan a velocidades distintas, según la complejidad y densidad de población de cada municipio. Por ejemplo, Autlán apenas tiene sumadas trece colonias a la separación de basura; El Grullo tiene cobertura completa, pero en diez años su éxito ha sido diverso, y ahora se reconoce la necesidad de darle un nuevo impulso.
En contraste, municipios como Ejutla y Zapotitlán de Vadillo, predominantemente rurales, han logrado rápidos resultados en poco tiempo.
García Ruvalcaba señala que la disminución de desechos es inmediatamente palpable, y promedia entre 40 y 50 por ciento, aunque se hará por estos días una evaluación general de los resultados de los programas.
Agua y basura
Los logros con la basura son los más palpables, pero están lejos de ser los únicos. La Iniciativa Intermunicipal para la Gestión Integral de la Cuenca del Río Ayuquila ha tenido vida suficiente para generar procesos amables con el ambiente y favorables al desarrollo comunitario. Cuenta con el respaldo decidido de la Universidad de Guadalajara, por medio del Centro Universitario de la Costa Sur y del Imecbio; de diversos organismos de la sociedad civil, y de la dirección de la reserva de la biosfera sierra de Manantlán, área protegida que hizo suyos los reclamos de mejorar la calidad del río desde los lejanos años ochenta, cuando nació el proyecto de protección.
De hecho, el principal éxito ha sido hasta la fecha el final de las descargas residuales del lavado de caña del ingenio Melchor Ocampo, el cual provocó un grave ecocidio en 1998 y un accidente menor en abril de 2006. La factoría enclavada en el valle de Autlán, que era la principal causante de la degradación de la corriente, enfrenta hoy problemas para descargar sus aguas de desecho, por lo cual ha determinado procesar la caña “en seco”, con todo y las mermas que esto trae a la producción de azúcar, para cumplir su compromiso de no contaminar el río, lo que le acarrearía, según la Ley de Aguas Nacionales, severas sanciones.
Sergio Graf Montero, director de la Fundación Manantlán para la Biodiversidad de Occidente (Mabio), destaca la necesidad de avanzar en el tratamiento de aguas negras municipales, renglón en el cual solamente Autlán cumple de forma intermitente (por problemas financieros y técnicos ligados al hecho de contar con un proceso relativamente costoso de saneamiento), mientras está ausente en El Grullo, con más de 35 mil habitantes, Unión de Tula con más de 20 mil, El Limón y Tonaya, donde se produce mezcal y hay abundantes descargas al río Tuxcacuesco, afluente del Ayuquila, de materia orgánica de estas factorías.
“Muy importante será apoyar para que El Grullo cuente pronto con un proceso más económico de tratamiento; estamos pensando tal vez en formar humedales artificiales, de manera que el costo económico de operación sea menor y se garantice su permanencia”, pone en relieve.
En cuanto a El Limón, ya se firmó un convenio con el gobierno del estado para construir su planta de tratamiento, pero falta ver el tipo de tecnología que se empleará para determinar si es lo más viable frente a la experiencia de Autlán.
Otro capítulo importante de resultados es relativo a la educación ambiental, la base para que todo lo anterior permanezca.
Como caso emblemático está la Feria Ambiental del Río Ayuquila, la cual se realiza todos los años en la parte baja de la cuenca media, en los municipios de Tuxcacuesco y Tolimán, sitios tradicionales de visita y pesca en las semanas Santa y de Pascua.
Por citar el caso de la feria 2006: se recibieron 12,514 personas que llegaron en 1,879 vehículos, aportando un gasto en promedio de 90 pesos por adulto y 60 pesos por niño, en alimentos y bebidas, lo cual derramó más de un millón de pesos, un beneficio para los comerciantes de los poblados ribereños, los más marginados de toda la región.
Si se compara con ediciones anteriores, saltan a la vista los saldos positivos: por ejemplo, en 2000 sólo acudieron poco más de cuatro mil visitantes, pero con un promedio de generación de basura de trece kilogramos por persona; seis años después, los datos se invirtieron: el triple de visitantes genera menos de dos kilogramos per capita (80 por ciento de reducción).
Hay además proyectos del Imecbio para mantener los servicios ambientales y la protección a la biodiversidad en áreas forestales, aparejados con el desarrollo comunitario, lo cual se promueve en Zenzontla, Las Montañas, Mezquites y San Pedro Toxín.
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