27 February 2008

Políticas contra la pérdida del recurso forestal

Atando cabos Políticas contra la pérdida del recurso forestal Actualmente, aún con la prohibición de cambios de uso de suelo forestal, ésta sigue siendo una práctica cotidiana. Debido a lo cual se hace cada vez más necesario instalar un gabinete ambiental donde se analicen las políticas del sector

Javier López Osorio
Cambio de Michoacán


Miércoles 27 de Febrero de 2008
No estoy en contra de la explotación forestal, sino del desorden.
Lázaro Cárdenas del Río

Primera de dos partes
En Michoacán, como en otros estados y países, han existido políticas de desarrollo aplicadas en áreas de ecosistemas forestales que han terminado en fracaso. En nuestro estado, que ahora nos importa, esos fracasos se representan finalmente en los altos índices de deforestación, cambio de uso del suelo, degradación de suelos, conflictos agrarios, pobreza, deterioro y migración de los pobladores rurales.

En tal sentido y haciendo un análisis de los fracasos de tantas políticas que se han tratado de aplicar, surge una lección básica: el problema de la degradación social y física del espacio forestal es consecuencia de la estructura social predominante y no tiene solución mediante fórmulas tecnocráticas y de mercado, sino a través de estrategias que contemplen la combinación, entre otros, de complejos factores culturales, políticos, sociales y económicos que influyen en una formación social determinada.

Ante este panorama es necesario desarrollar un marco que modifique los principales procesos negativos, especialmente los que generan degradación social y física de los espacios forestales, y el establecer bases para un adecuado y digno desarrollo de las comunidades que viven y/o dependen significativamente de los ecosistemas forestales.

Esto es, no podemos pensar la problemática forestal sólo desde un ángulo de atención, sino hacer una verdadera contextualización de todos los factores que interactúan para dar como resultado el estado de cosas presentes en el sector forestal. Se deben considerar políticas preferenciales y explícitas que actúen positivamente, que orienten el desarrollo integral de las áreas forestales. No olvidemos que actualmente las fuerzas del mercado tal cual se presentan hoy día son claramente atentatorias contra las áreas forestales.

En este contexto, asegura Nicolo Gligo en uno de sus escritos dirigidos a plantear el manejo de los bosques para el desarrollo humano, surgen dos orientaciones básicas para las políticas forestales. La primera se refiere a que el desarrollo se podrá lograr en la medida que se puedan hacer efectivas aquellas políticas que logren un desarrollo espacial equilibrado. Para ello deben considerarse prioritarias las políticas de desarrollo agropecuario y de asentamientos humanos.

La segunda orientación, dice Gligo, se relaciona con la necesidad de revertir la tendencia cada vez más fuerte de considerar al sector campesino sólo como un problema social. Esta forma de concebir al sector campesino influye en las autoridades que no son capaces de proyectar las áreas campesinas como un espacio donde la comunidad establece vínculos armónicos con su entorno. De esta forma, se desaprovecha el potencial productivo, se consumen los recursos naturales y se degrada culturalmente a la comunidad.

1. Las macropolíticas preferenciales básicas son dos: desarrollo comunitario y ordenamiento territorial.

a) Política de desarrollo de la comunidad. La búsqueda de respuestas al problema de la supervivencia y la calidad de vida del campesinado da lugar invariablemente a la interrogante sobre el futuro de las comunidades campesinas. Las políticas de desarrollo de la comunidad deberán comenzar por reconocer: la importancia del acervo cultural de cada comunidad, el significado de este acervo en las identidades nacionales, las especificidades propias de cada comunidad, las relaciones de éstas con su entorno, el bagaje de conocimientos técnicos que poseen, el reconocimiento de las diferentes formas de valorizar los recursos naturales y las distintas percepciones de su utilidad en cada caso. Políticas en descuido total en la entidad, que bajo lineamientos federales vienen propiciando limitados mecanismos de conservación, producción y comercialización, y con una óptica eminentemente mercantil, con paliativos como ProÁrbol y otros programas donde poca importancia tienen los aspectos de bienestar comunitario, colectivo. La atención es por parcela y propietario. Un trato parcializado, individualizado y mercantil. Salvo para no ser atacado de totalitarista, unos poquísimos programas como Coinbio y Procymaf con muchos pocos recursos comparados con otros como Prodefor. Y donde el estado poco puede opinar, además habría que agregar la drástica disminución del presupuesto destinado al sector forestal en Michoacán.

b) Política de ordenamiento territorial. La segunda gran macropolítica en que debe basarse el desarrollo de las comunidades en los ecosistemas forestales es la de ordenamiento del territorio. Este ordenamiento permite establecer pautas de uso de los ecosistemas según sus características más aptas. Es obvio que dado los conflictos y desarmonías presentes, el ordenamiento teórico siempre estará muy alejado de la realidad. No obstante, esta diferencia entre el uso actual y el uso potencial del territorio permitirá asignar prioridades a las acciones dirigidas a las comunidades campesinas y a las áreas de mayor conflicto. En general, es dable esperar que las áreas en que existen ecosistemas boscosos sean de alto grado de conflictividad, muchos de ellos en ascenso. Por ejemplo la Meseta, Oriente y Costa, donde los conflictos han producido ya decesos, además de una incontrolable pérdida del recurso forestal y el crecimiento de bandas dedicadas a la tala clandestina, muchas de las veces con la permisibilidad, al menos, de algunas autoridades federales, estatales y municipales.

También el ordenamiento permite determinar programas para la recuperación del bosque o la silvicultura como posibilidad real de desarrollo local y de alto beneficio e impacto social. No debemos soslayar que si bien para reactivar la economía se enarbola la construcción, para el área rural/forestal la recuperación del recurso actúa de igual manera.

La política de ordenamiento territorial permite establecer el uso potencial de los suelos en relación con su aptitud, sobre la base de la aplicación de niveles tecnológicos acordes con el desarrollo del estado, evitando, por ejemplo, la «aguacatización» o» agavización» de zonas extensas del territorio michoacano, que viene resultando en una degradación del recurso forestal y del suelo, una feroz competencia con prácticas desleales, sin olvidar la pérdida de control comunitario de muchas de estas tierras.

2. Políticas referentes a los procesos de deterioro

Para tener un enfoque realista, asegura Gligo, habría que considerar en primer lugar la necesidad de establecer políticas que frenen o modifiquen los principales procesos que inciden en el deterioro de los ecosistemas forestales y específicamente en la deforestación.

a) Política de fomento
La política de fomento para su explotación, está estrechamente vinculada con el problema de la deforestación, máxime si se considera que prácticamente todos los espacios de expansión de la frontera agropecuaria son forestales.
En casi todos los programas de fomento se pudo constatar que el planteamiento básico del posible éxito de las pequeñas empresas agrícolas se basaba en la explotación agropecuaria, para lo cual es necesario deforestar. Algunos programas se han establecido sobre la base de la conservación de un porcentaje del bosque y existen muy pocos que se proyectan considerando un manejo silvoagropastoril.

Para la inmensa mayoría, el bosque representa un recurso marginal que suministra madera para la construcción de las habitaciones, que proporciona leña como combustible para cocinar y, en algunos casos, la comercialización de la madera.

Por lo cual, asegura nuestro autor, los programas de colonización o de fomento deberían estar estrechamente vinculados con las estrategias de desarrollo del sector rural y con las políticas de desarrollo agropecuario. La intensificación y apoyos para la agricultura en áreas tradicionales y comerciales deberán constituirse en un factor que no incentive la ocupación de espacios forestados. Actualmente, aún con la prohibición de cambios de uso de suelo forestal, ésta sigue siendo una práctica cotidiana. Debido a lo cual se hace cada vez más necesario instalar un gabinete ambiental donde se analicen las políticas del sector, siendo un espacio de coordinación y cooperación de las instancias de gobierno dedicadas a normar, preservar y fortalecer el aprovechamiento racional de los recursos naturales en Michoacán.

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