Comunicado de prensa Nº:2009/132/DEC
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Ciudad de Washington, 6 de noviembre de 2008. La historia demuestra que las crisis graves pueden llevar a las naciones a adoptar una perspectiva centrípeta, que en algunos casos suscita consecuencias negativas. En el Informe sobre el desarrollo mundial 2009: Una nueva geografía económica, publicado en el día de hoy, se sostiene que las políticas más eficaces para promover el crecimiento a largo plazo son las que facilitan la concentración geográfica y la integración económica dentro de un mismo país y entre distintos países. “A quienes habitan las regiones cuya situación geográficamente es la menos favorable del mundo les consta que el crecimiento no llega simultáneamente a todas partes”, expresa Indermit S. Gill, director del Informe sobre el desarrollo mundial y economista jefe, Europa y Asia Central.
“Los mercados favorecen a algunos sitios más que a otros. Combatir esa concentración equivale a combatir la prosperidad. Los gobiernos deberían facilitar la concentración geográfica de la producción, pero también establecer políticas que tiendan a universalizar la atención de necesidades básicas en materia de colegios, seguridad, vías de tránsito y saneamiento”.
“Es posible aproximar económicamente en mayor medida a los sitios que van a la zaga y a los más aventajados, liberando las fuerzas del mercado de la aglomeración, la migración y la especialización, como ocurrió en América del Norte, Europa occidental y Asia oriental, donde el comercio intrasectorial potenció la prosperidad”, expresa Justin Lin, primer vicepresidente y primer economista, Economía del Desarrollo, del Banco Mundial.
“La riqueza de las ciudades, provincias y países dependerá de la medida en que los mercados y gobiernos trabajen juntos para concertar esas fuerzas”. En el nuevo Informe sobre el desarrollo mundial se cuestiona al supuesto de que las actividades económicas deben distribuirse geográficamente en forma amplia para beneficiar a los más pobres y vulnerables del mundo, lo que puede inhibir el crecimiento logrando poco en materia de lucha contra la pobreza.
Un crecimiento acelerado y compartido exige que los gobiernos promuevan la integración económica, que esencialmente, concierne a la movilidad de personas, productos e ideas. “A lo largo de la historia la movilidad ha ayudado a las personas a escapar de la tiranía de una geografía adversa o una gestión pública inadecuada”, señaló Gill. “En el informe se concibe ese hecho como parte de un vital proceso de integración económica, ya que la movilidad de personas y productos es la piedra angular de una globalización inclusiva y sostenible”. La integración debería ser el concepto medular en los debates de políticas relativos a la ubicación de la producción, la población y la pobreza; en especial los que versan sobre urbanización, desarrollo regional y globalización, pero ello no sucede, sino que en los tres ámbitos se hace excesivo hincapié en el lugar de realización de las intervenciones.
“En un mundo en que la concentración económica es una realidad, los gobiernos deberían mejorar las políticas relativas a la tierra, prestar servicios básicos en todas partes y realizar eficientes inversiones en infraestructura”, señaló Katherine Sierra, vicepresidenta, Desarrollo Sostenible.
“Como lo demuestra el Informe sobre el desarrollo mundial, los incentivos destinados a promover la instalación de industrias en zonas rezagadas deberían utilizarse en escasa medida”. El Informe sobre el desarrollo mundial reconfigura los debates de políticas para que abarquen todos los instrumentos de integración: instituciones comunes, una infraestructura conectiva e intervenciones focalizadas.
Por instituciones comunes el informe entiende reglamentos que repercutan en la tierra, la mano de obra y el comercio, así como servicios sociales, como los de educación y salud, financiados a través de impuestos y transferencias. El concepto de infraestructura abarca carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos y sistemas de comunicación.
Las intervenciones comprenden programas de eliminación de barrios de tugurios, otorgamiento de incentivos fiscales especiales a empresas y acceso preferencial al comercio para los países pobres.
Según el Informe, la geografía influye poderosamente sobre la determinación de lo necesario o innecesario, y de lo que está condenado al fracaso. Mediante una combinación bien calibrada de esas políticas, los países en desarrollo pueden reconfigurar su geografía económica, en gran medida como lo hicieron otrora las actuales economías de altos ingresos. Si lo hacen con acierto —concluye el informe— conseguirán un crecimiento que seguirá siendo desequilibrado desde el punto de vista geográfico, pero lograrán un desarrollo incluyente.
Antecedentes/HECHOS CLAVE
· La actividad económica se concentra a medida que las regiones prosperan. La mitad de la producción mundial se da en menos del 5% de la superficie terrestre del mundo, es decir en una extensión más reducida que la de Argelia. Tokio, la ciudad más grande del mundo, está habitada por 35 millones de personas —el 25% de la población de Japón— pero ocupa tan sólo el 4% de la superficie terrestre de ese país. El Cairo produce más de la mitad del PIB de Egipto en apenas el 0,5% de la extensión territorial de ese país. Los tres estados del centro y sur de Brasil abarcan el 15% de la superficie terrestre de ese país, pero son la fuente de más de la mitad de la producción nacional. América del Norte, la Unión Europea y Japón —cuya población no llega a 1.000 millones de personas— generan alrededor de dos tercios de la producción del mundo.
· Los niveles de vida convergen con el desarrollo. Casi en todas partes las tasas de pobreza son más altas en las zonas rurales que en las urbanas. En Brasil, China e India los estados rezagados registran tasas de pobreza más de dos veces mayores que las de los estados en situación más favorable. Los países habitados por “los mil millones de personas más necesitadas” —principalmente los de África al sur del Sahara y Asia meridional y central— concentran el 12% de la población mundial, pero su PIB no llega al 1% del PIB del planeta. No obstante, a medida que los países prosperan la situación geográfica influye cada vez menos sobre el nivel de vida. Estimaciones basadas en más de 100 encuestas sobre niveles de vida muestran que en las regiones más prósperas de países en desarrollo como Ghana e Indonesia, el consumo de los hogares es, en promedio, casi 75% mayor que el registrado en sus zonas rezagadas. En los países ricos esa diferencia no llega al 25%.
· El crecimiento requiere transformaciones geográficas. La creciente densidad de población a que da lugar el crecimiento de las ciudades, la disminución de las distancias a medida que se producen las migraciones y disminuyen los costos de transporte, y la atenuación de las divisiones a medida que los países flexibilizan sus fronteras económicas son todos ingredientes de un crecimiento acelerado y compartido. Aunque las ciudades han crecido mucho, el ritmo de urbanización que se ve en los países en desarrollo no carece de precedentes. Entre tanto, en las provincias costeras se registra una expansión económica en relación con las regiones menos accesibles, en un contexto en que las exportaciones mundiales, expresadas como proporción del PIB mundial, aumentaron del 6% al 26% en el siglo XX. El número de fronteras internacionales aumentó de 100 en 1900 a más de 600. Pero lo que interesa a los efectos del crecimiento económico es la ‘rigidez” de las fronteras económicas, que depende de las restricciones que afectan a la corriente de bienes, capital, personas e ideas. Las fronteras entre los países de Europa occidental son actualmente 25% menos rígidas que las de África occidental.
· La prosperidad requiere movilidad de personas y productos. Entre 1950 y 1990 la población de Corea, más del 80% de la cual vivía en zonas rurales, pasó a ser urbana en más del 80%; en ese período la renta per cápita del país, que equivalía a la actual de Benin, pasó a superar la de Portugal. Estados Unidos, la economía más grande del mundo, es también una de las de mayor movilidad: alrededor de 35 millones de personas cambian de domicilio cada año. En China, más de 150 millones de personas se mudaron a zonas costeras a fines de la década de los noventa. La disminución de los costos de transporte promueve la especialización y el comercio entre las economías en estadios similares de desarrollo. El comercio intrasectorial —el intercambio de bienes y servicios en general similares— representa la mitad del comercio mundial, lo que supone un incremento con respecto al nivel de alrededor del 25% registrado en los años sesenta. Ese tipo de comercio es especialmente sensible a los costos de transporte, por lo cual se da en gran medida en Asia oriental, América del Norte y Europa occidental.
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El presente informe, y materiales conexos, están a disposición del público en http://www.worldbank.org/wdr2009.
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