Agencia Bolivariana de Noticias, Venezuela
ABN 13/03/2007
Caracas, 13 Mar. ABN.
Por: Susana Segovia.- Movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales de todo el mundo mantienen una campaña de alerta contra la promoción de la producción de etanol. Campesinos, ambientalistas y especialistas afirman que la producción desmedida de este biocombustible conlleva pérdidas en la biodiversidad, violación a los derechos humanos y alza en los precios de los alimentos.
Un manifiesto público en contra de apoyar el uso extensivo de combustibles de origen vegetal, disponible en Internet en el directorio Ecoportal.net y firmado por más de 200 organizaciones, plantea que gran parte de los cultivos destinados a biocarburantes tendrán que producirse en países del sur y exportarse a Europa.
«Aunque esto se presenta como una oportunidad para las economías del sur, la realidad ha demostrado que los monocultivos para biocarburantes, como la palmera de aceite, la soya, la caña de azúcar y el maíz, conducen a una mayor destrucción de la biodiversidad y del sustento de la población rural, y esto mina aún más la seguridad alimentaria y provoca graves impactos sobre las aguas, los suelos y el clima regional», señala el documento.
Tanque lleno, estómagos vacíos
La producción desmedida de biocombustibles puede aumentar el flagelo del hambre en el mundo por la pérdida de extensiones agrícolas para la generación de alimentos, alertan especialistas en el área.
Lester Brown, director del Instituto de Políticas de la Tierra de la Universidad de Columbia y fundador de la organización WorlWatch, asegura que para «llenar el tanque de un automóvil de 25 galones con (bio) etanol, se necesita una cantidad de granos suficiente para alimentar a una persona por un año. Para llenar ese tanque por dos semanas, se podrían alimentar a 26 personas durante un año».
«Nos enfrentamos a una competencia entre los 800 millones de conductores que quieren proteger su movilidad y las 2 mil millones de personas más pobres del mundo que quieren sobrevivir. Los supermercados y las estaciones de servicio ahora compiten por los mismos recursos», advierte Brown en un artículo publicado en la revista norteamericana Fortune.
La organización Acción Ecológica, en su informe Encendiendo el debate sobre biocombustibles, plantea que ante la voracidad energética que existe en el mundo, los biocombustibles acentuarán los problemas generados por los monocultivos de soya, palma aceitera y caña, sin resolver la problemática social y ambiental.
Los ecologistas afirman que aunque la producción de biocombustibles pudiera resolver algunas carencias energéticas en el ámbito local, el problema es cuando se pretende hacer creer que el etanol puede sustituir al petróleo en el mercado mundial.
Para suplir las necesidades energéticas globales e impactar de manera efectiva en reducir el calentamiento global se necesitarían millones de hectáreas de tierras agrícolas y la incorporación de otras tantas a costa de ecosistemas naturales, lo que repercutiría en la soberanía alimentaria de los pueblos, en las pequeñas agriculturas familiares y en la biodiversidad», explica el informe.
Las voces no escuchadas
En la reciente visita del presidente estadounidense, George W. Bush, a Brasil, movimientos sociales brasileños expresaron su repudio ante la posible firma de un acuerdo para la producción de etanol, pero no fueron escuchados. El pacto fue suscrito por representantes de ambos gobiernos el pasado viernes 9 de marzo en Sao Paulo.
Dos días antes, el 7 de marzo, casi 800 mujeres de la organización Vía Campesina ocuparon pacíficamente una de las fábricas más grandes de etanol en Brasil, Cevasa, la cual pertenece a la multinacional norteamericana Cargill, una de las principales agroindustrias subsidiadas por el gobierno norteamericano.
Las trabajadoras campesinas intentaron en su protesta develar las falsas promesas de la producción de etanol. Ellas alertan a la población sobre las consecuencias reales del aumento del cultivo de caña de azúcar para el medio ambiente, la polución causada por la quema de los campos cosechados, la profundización de la concentración de la tierra en el Brasil y el consecuente aumento de las desigualdades sociales, destaca una nota del portal internacional Rettet den Regenwald (Salva la Selva).
La oferta de Washington
Los cultivos del etanol, combustible extraído de la caña de azúcar en Brasil y del maíz en Estados Unidos, son presentados por el gobierno norteamericano como la solución para disminuir la emisión de gases invernaderos y reducir la dependencia del petróleo extranjero para los países no productores.
Sin embargo, la lucha contra la emisión de los gases invernaderos, causantes del calentamiento global es el principal objetivo del Protocolo de Kyoto. Este acuerdo nunca llegó a ser ratificado por Estados Unidos, aun cuando es el principal emisor de dióxido de carbono (CO2) a escala mundial, es el responsable del 43% de emisiones por uso de petróleo para el año 2003, según datos del Departamento de Energía de ese país.
En la octava Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, realizada en Nueva Dheli en 2002, la representante estadounidense Harlan Watson reafirmó la negativa de Washington y aseveró que la implementación del Protocolo de Kyoto representaría una reducción de 35% del crecimiento económico de su país, declaración reseñada por la agencia de noticias IPS.
El Protocolo de Kyoto entró en vigor en febrero de 2006, luego de la adhesión de Rusia. Con el acuerdo, jurídicamente vinculante, las naciones signatarias pactaron disminuir en 5,2% de media las emisiones de seis gases contaminantes entre 2008 y 2012.
Un plan irracional y antiético
La propuesta norteamericana de fomentar un mercado mundial de etanol para sustituir el petróleo fue calificada por el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, como un «plan irracional, antiético», que apunta a sostener el «american style of life» (estilo de vida americano).
«Es un plan irracional, antiético», dijo Chávez en su reciente visita a Argentina y explicó que pretender «sustituir la producción de alimentos para animales y seres humanos por producción para vehículos, a fin de darles sustentación al american style of life; es una cosa de locos de remate».
«Para producir un millón de barriles de etanol se requiere sembrar 20 millones de hectáreas de maíz», precisó el mandatario venezolano, y advirtió que Estados Unidos busca utilizar las grandes extensiones agrícolas de países como Argentina, Brasil, India y China ante la carencia de agua y tierras fértiles en su territorio.
Un biocombustible no tan verde
El plan de sustituir la gasolina por el etanol ha creado un debate internacional, diferentes sectores han apuntado que este biocombustible no es tan «verde» como parece, tomando en cuenta la dinámica actual de su producción.
Los cultivos de caña de azúcar y maíz, de donde es extraído el etanol, requieren una serie de prácticas como la aplicación de fertilizantes, el arado y el riego. En su mayoría, estos procesos consumen combustibles y productos derivados del petróleo, lo cual lleva a cuestionar si el nivel de energía que consumen es mayor al que producen y si al ser utilizados emitan igual o mayor cantidad de dióxido de carbono.
Aunque un estudio, realizado por la Universidad de California, indica que los cultivos de etanol consumen mucho menos petróleo que la producción de gasolina corriente, los científicos Dan Kammen y Alex Farrell (autores de dicho estudio) admiten que todavía hay que aclarar aspectos como la generación de gases invernaderos, la erosión del suelo y el consumo de agua potable que implican.
Por el uso desmedido del petróleo, especialmente por los países industrializados, el planeta está sufriendo un calentamiento global que no tiene precedentes. Movimientos sociales, organizaciones ambientalistas y especialistas coinciden en que mientras no se cambien los patrones de consumo de energía, los biocombustibles no significarán solución alguna.
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