Un arca de Noé digital, una combinación de MySpace y YouTube para la naturaleza, la madre de todos los catálogos, una mezcla de revista científica y Wikipedia, un macroscopio... No han faltado precisamente símiles ilustrativos ayer en la presentación de la llamada Enciclopedia de la Vida, un ambicioso proyecto que cuenta con la cooperación de destacadas instituciones científicas y fundaciones privadas de Estados Unidos con el objetivo de catalogar y presentar a través de Internet a los 1,8 millones de especies conocidas de animales, plantas y otras formas de vida en el planeta Tierra.
Abierta a la cooperación de voluntarios, el enciclopédico portal eol.org presentado ayer en Washington, ciudad donde tendrá su cuartel general, aspira a crear durante los próximos diez años páginas digitales para cada una de estas especies conocidas. Donde se incluirán descripciones, fotografías, mapas, videos, sonidos, secuencias de ADN y conexiones con bibliografía científica relevante. Un volumen de información que en formato papel sería suficiente para dar dos veces la vuelta al ecuador terrestre.
Zoo interactivo
Tal y como ha explicado James Edwards, el director ejecutivo de eol.org, «se trata de un zoo interactivo» para el que se cuenta con la cooperación de destacadas instituciones educativas y centros científicos como la organización Smithsonian, la Universidad de Harvard, el Museo Field de Chicago, el Laboratorio de Billogia Marina de Massachusetts, el Jardín Botánico de Missouri y el consorcio de la «Biodiversity Heritage Library». Además de proyectos de colaboración con otros socios internacionales para hacer realidad lo que Edwards describe como «una extraordinaria y gratuita herramienta científica que facilite la comprensión de las complejas relaciones entre toda clase de organismos».
Dos fundaciones privadas de Estados Unidos, MacArthur y Sloan, han donado los primeros 12,5 millones de dólares para financiar los primeros dos años y medio de estos trabajos que aspiran a ofrecer resultados no solo en inglés ni tampoco con un nivel solamente útil para especialistas. La idea, con un coste total estimado en cien millones de dólares, es dotar a la Enciclopedia de la Vida de herramientas de traducción y diversos niveles de complejidad. Con un énfasis en estimular y dar cabida a las aportaciones de «ciudadanos-científicos» en secciones especiales pero abiertas a la cooperación del público.
Como Google
Hasta ahora, los esfuerzos para catalogar la diversidad biológica de la Tierra han tenido resultados limitados por su complejidad, coste y laboriosidad. Para solventar estas dificultades y obtener resultados centralizados, la Enciclopedia de la Vida piensa utilizar la misma tecnología de búsquedas en Internet como la utilizada por portales tan populares como Google. En este caso, se rebuscará en la Red toda la información disponible sobre una determinada especie, creándose un fichero especial que será revisado por un grupo de especialistas antes de su publicación.
Trabajo realmente no va a faltar ya que cada día se descubren e identifican nuevas especies, no sólo microscópicas, que demuestran la riqueza biológica de la Tierra. Algunas estimaciones apuntan la existencia de entre ocho y diez millones de especies diferentes de animales, plantas y otras formas de vida en nuestro planeta, de las que solamente se habría identificado un 25 por ciento. Sin mencionar a todas las especies ya extinguidas. Por eso, desde el punto de vista biológico la Enciclopedia de la Vida ha sido comparada con enviar un hombre a la Luna o la cartografía del genoma humano.
A juicio de Edward Wilson, profesor emérito de Harvard, «nuestra ignorancia es peligrosa». La urgencia de proyectos como la Enciclopedia de la Vida radica según este famoso entomólogo en que «las formas de vida con las que hemos compartida el planeta se están extinguiendo a un ritmo acelerado, usualmente antes de que podamos determinar qué son y qué papel juegan en el ecosistema, con el riesgo de que perder por completo el rastro de un montón de especies antes de ser descubiertas».
De hecho, no faltan vaticinios científicos que insisten en una próxima «gran extinción» relacionada con el impacto de la actividad humana a través de la destrucción de hábitats naturales y el cambio climático relacionado con emisiones contaminantes. En opinión del profesor Wilson, «nunca vamos a tener una madura ciencia de la ecología si ni si quiera sabemos qué especies existen en cada ecosistema».
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