Univisión
11 de Mayo de 2008, 01:00pm ET
BARCELONA, España, 11 Mayo 2008 (AFP) -
El presidente de Slow Food, Carlo Petrini, clausuró este domingo Biocultura, la feria española más importante en este campo, que se celebró en Barcelona del 8 al 11 de mayo con la presencia de un nutrido público seguidor de la agricultura y alimentación alternativas.
La participación de Petrini persiguió atraer la atención sobre la cuestión agroalimentaria, en particular sobre los riesgos que comportan los OGMs y la pérdida de biodiversidad.
El movimiento Slow Food, que caracterizado por un caracol defiende una manera "lenta" de disfrutar de la comida, se convirtió en los últimos años en una de las organizaciones internacionales más implicadas en la protección de la biodiversidad agraria, las razas y las variedades tradicionales.
Fundador del movimiento, Petrini asistió a Barcelona para dar apoyo a la biocultura, pero también para "levantar la voz contra los transgénicos" e intentar una mayor difusión de la existencia de la Stevia, una hierba paraguayo-brasileña con grandes propiedades edulcorantes perseguida por las grandes multinacionales de los edulcorantes químicos.
"Hay que volver a dar valor a la comida", dijo, ya que en el mundo desarrollado "vivimos una situación esquizofrénica en materia alimenticia".
Mucha gente pasa hambre, continuó, "porque faltan alimentos y nosotros tenemos la nevera llena de cadáveres y nos alimentamos de una manera que nos lleva a la obesidad, la hipertensión" y otras enfermedades.
"En Italia tiramos a la basura unas 4.000 toneladas de comida", lamentó Petrini, originario de Piamonte (norte de Italia), quien proclamó "volver a una economía doméstica, local, más respetuosa con los alimentos", para lo cual propugnó también "defender a los campesinos que viven en el territorio".
Petrini no escondió su indignación por "el uso de suelo agrícola para producir biocarburantes", lo que presentó como "un crimen contra la humanidad", y puso como ejemplo de tales "aberraciones que "se decida el precio del maíz en la Bolsa de Chicago".
En los últimos años, Slow Food logró con su activa participación en favor de una alimentación sin organismos modificados genéticamente en Europa, que se detengan estos cultivos en Rumanía, Francia, Hungría, Italia, Grecia y Polonia.
Si bien lamentó que en Latinoamérica el cultivo de trasgénicos es casi universal, Petrini no se manifestó del todo escéptico ante el futuro.
"Todavía hay componentes campesinos que resisten y creo que el tiempo dará a estas comunidades un relieve más importante que el que tienen hoy", estimó.
Petrini puso los ejemplos de México y Argentina. En México, dijo, "desaparecieron las Milpa, la organización agraria familiar que debería merecer un Premio Nóbel de Economía por su inteligencia".
"Si pensamos en la riqueza y patrimonio agrícola argentino y en lo que quedó reducido, esto prueba que el trasgénico no sólo no enriquece, sino que empobrece una tierra", considera.
"Es increíble que (en Argentina) hayan cultivado trasgénicos para producir más y se encuentren ahora por primera vez en su historia con problemas para suministrar alimentos a los más necesitados", concluyó.
apa/esb/mcd
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