La presencia humana en los hábitats de montaña no sólo ha modificado su aspecto, sino también la composición de su flora y fauna. Esta acción antrópica, muy difícil de cuantificar en términos científicos, no ha pesado igual en las sucesivas investigaciones sobre biodiversidad alpina, arrojando conclusiones contradictorias.
Así lo plantea el geógrafo del CSIC David Nogués en un artículo para la revista Nature de esta semana. «Los estudios de los últimos 20 ó 30 años no han contado con la acción del ser humano, o lo han hecho de formas muy dispares», aseguró ayer a ABC el investigador español, que aboga por la creación de un protocolo estandarizado para evitar este baile de cifras. Las zonas más bajas de la montaña, favoritas del ser humano por su clima suave, son precisamente las que menos biodiversidad presentan. Este patrón, habitualmente aceptado entre los biólogos, está ahora en duda a la luz de la nueva investigación: «Porque la presencia humana ha forzado a los científicos a estudiar sólo los espacios naturales, induciéndoles al error», señala Nogués.
Unos Pirineos «poco naturales»
El estudio del CSIC, en el que han colaborado biólogos de la Universidad de Copenhague, también ha concluido que los Pirineos y los Alpes son las cordilleras montañosas más afectadas del mundo por la acción del hombre. Para medir el impacto de la civilización sobre los Pirineos se ha contado con los datos del Herbario de Jaca, una extensa base de datos, activa desde hace más de cien años, sobre la flora de la región y que ha supuesto una «herramienta de primera magnitud» para el equipo de Nogués.
Faltos de rigor
Para que un estudio sobre biodiversidad alpina sea fiable ha de abarcar gradientes longitudinales completos y, además, estar practicado sobre un área con escaso impacto antrópico. De los 460 artículos examinados por el equipo del CSIC, sólo 12 cumplían con estos dos requisitos: «Porque casi no quedan espacios naturales de montaña, apenas una zona de Costa Rica y otra en Papúa Nueva Guinea. La muestra de que el hombre no ha pasado por allí es que cada año se siguen encontrando nuevas especies de vertebrados», concluye Nogués. Pese a que existen más de 1.500 artículos publicados sobre esta materia, aún se desconocen las causas biológicas de la diversidad de montaña.
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