25 September 2006

LOS DESASTRES NATURALES SON POLÍTICOS

NOTICIAS (SUPLEMENTO DE ECOLOGÍA) Wim Gisgbers

La vulnerabilidad de México frente al cambio climático

Por Héctor David Magallón Larson*

Las intensas lluvias que desbordaron el Río Bravo, los 30 muertos por la ola de calor en Baja California, los 100 mil casos de cuadro diarreico en Tamaulipas, las lluvias torrenciales en Veracruz, los desbordamientos de canales de aguas negras en el Estado de México, la granizadas históricas en la Ciudad de México, las fracturas de las carreteras en Zacatecas, la pérdida de cultivos y ganado en Sonora, y las inundaciones en diferentes estados evidencian la vulnerabilidad social y económica del país frente a fenómenos meteorológicos agravados por el cambio climático, denunció la organización ambientalista Greenpeace.

Se entiende por vulnerabilidad la falta de capacidad para anticipar, sobrevivir, resistir y recuperarse del impacto de una amenaza natural. Algunos grupos sociales o países son más frágiles y propensos al daño de una misma amenaza y la vulnerabilidad puede aumentar o disminuir con acciones concretas. Para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la vulnerabilidad de un país es producto de la urbanización rápida y no regulada, la persistencia de la pobreza generalizada, la degradación del medio ambiente causada por el mal manejo de los recursos naturales, la política pública ineficiente y los desaciertos de las inversiones en infraestructura.

“Frente a este panorama es urgente que el gobierno asuma que los fenómenos meteorológicos acrecentados por el cambio climático generan cada vez mayores impactos debido a nuestra vulnerabilidad, causada por factores humanos. Existe una carencia de políticas públicas dirigidas a eliminar nuestra fragilidad ante el incremento de estos fenómenos. Por otra parte, existen prácticas que aumentan nuestra vulnerabilidad y que están avaladas por nuestro marco regulatorio actual”, afirmó Arturo Moreno, coordinador de la campaña de energía y cambio climático. Si las políticas públicas contemplaran acciones preventivas contra el cambio climático, nuestra vulnerabilidad sería menor. Debido a la creciente vulnerabilidad –de acuerdo al World Disasters Report de la Cruz Roja y la Red Crescent Societies- los impactos del cambio climático no podrán ser atendidos por la ayuda nacional o internacional ni serán capaces de responder a las demandas de los países más afectados. De acuerdo al Centro Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred), en México murieron 2767 personas de 1980 a 1999 debido a fenómenos hidrometeorológicos. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud afirma que ocurren 160 mil muertes anuales en América Latina, África y Asia debido al cambio climático, cifra que se duplicará en el 2020.

“Es imposible evitar los fenómenos meteorológicos. Sin embargo, podemos reducir la vulnerabilidad con medidas concretas para evitar el deterioro del ambiente que se debe a factores como la deforestación, el pastoreo excesivo, las alteraciones de las riberas y el uso de métodos de cultivo inadecuados en las laderas. Los manglares, que confieren protección natural contra los huracanes están desapareciendo de las regiones costeras; con la erosión continua del suelo y la pérdida de cubierta vegetal en las áreas montañosas, la capacidad para absorber las lluvias torrenciales disminuye y la tierra se vuelve más susceptible a deslizamientos e inundaciones repentinas y violentas”, agregó Moreno. En este contexto el cambio climático ha sido considerado la peor amenaza que enfrenta la humanidad en este siglo. Con este fenómeno y debido a la vulnerabilidad, los países en desarrollo sufrirán los mayores impactos. Cada año se levantan nuevas comunidades que se establecen con o sin permiso de las autoridades en lugares de alto riesgo, es decir comunidades de futuras víctimas.

Un ejemplo de esto es Chiapas, uno de los estados con mayor vulnerabilidad física y social frente a fenómenos climáticos, y que aumenta debido a las políticas públicas vigentes, las cuales favorecen la destrucción de bosques, selvas y humedales costeros que servirían de protección frente a lluvias y huracanes. El huracán Stan, siendo de categoría 1, provocó 170 muertes en Chiapas, mientras que Wilma de categoría 5 ocasionó sólo una en Quintana Roo. “Aunque se intente simular que estos desastres son naturales, realmente se trata de desastres políticos provocados por la ausencia de medidas preventivas. Urge que las autoridades reconozcan esto, pues cada año los daños serán mayores. No estamos sólo hablando de infraestructura y riqueza material, sino de invaluables perdidas humanas”, dijo Moreno.

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