El Comercio, Ecuador
Aunque los especialistas prefieren no incluirla entre las especies exóticas, también tiene sus detractores y defensores. Para un sector, es un dinamizador de la economía y para otro, es el culpable de la destrucción del ecosistema.
Según el ingeniero forestal Oswaldo Guerrero, son posiciones radicales. “No se puede satanizar ni vanagloriar a la palma”.
Para los defensores, la palma permite planificar la producción y hacer más eficiente la agricultura. También fertiliza el suelo con la descomposición de sus hojas y es una opción de siembra para aprovechar los pastizales que, por lo general, son improductivos.
Como desventajas, Guerrero anota que esta planta genera un alimento que atrae a diferentes tipos de insectos o plagas. Y en varios casos, las empresas palmicultoras talan bosques nativos.
Así la flora desaparece así como la fauna que habita en ella. También provoca la pérdida de recursos hídricos, ya que una de las funciones de los bosques es producir agua y, a esto se suma la contaminación de ríos por el uso de químicos en la fumigación.
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