1 Octubre 2007
Ole Kamuaro
La tendencia hacia la comercialización de los esquemas de turismo disfrazados como empresas de eco turismo sostenible, basadas en la naturaleza, ambientalmente amigables se ha convertido en materia de una considerable controversia y preocupación públicas. Esos esquemas pueden tener impactos serios sobre la naturaleza y la sociedad, particularmente en el Sur.
El llamado eco turismo se ha convertido en el sub-sector de mayor crecimiento de la industria del turismo, con una tasa de crecimiento anual de 10-15% a nivel mundial. Al mismo tiempo, el turismo internacional hacia el Tercer Mundo está creciendo en 6% al año, lo cual es muy rápido, comparado con el crecimiento de solo 3.5% de los países desarrollados. En la actualidad, el 20% de los turistas internacionales viajan a países del sur.
Kenya, Tanzania y Sud África cosechan beneficios económicos significativos de esas empresas comerciales. Pero el impacto negativo psico-social de este tipo de turismo, incluyendo el desplazamiento físico de las personas y la violación de derechos fundamentales, pesan por mucho más que los supuestos beneficios económicos de medio plazo.
África Oriental aporta ejemplos excelentes de la naturaleza desastrosa de esas actividades. El turismo masivo fue introducido por primera vez a esas regiones en los 1950s con la legalización de la caza y la colecta de fauna silvestre por los entonces "colonos blancos," los amos de la colonial Británica que controlaban Kenia y Tanzania.
La necesidad de zonas exclusivas de caza y recreación inaccesibles a los "nativos" llevó a la creación de las áreas protegidas, los parques nacionales y las reservas cinegéticas. Esas áreas se convirtieron en empresas lucrativas muy importantes con el establecimiento de cabañas y campamentos de turistas.
Pero el 70% de los parques nacionales y reservas cinegéticas en África Oriental están sobre tierras pastorales, en particular sobre tierras Masai. El primer impacto indeseable del turismo sobre los Masai de cualquiera de esos países fue la pérdida masiva de tierra. Los parques y las reservas cinegéticas requieren de espacio e inversión considerables.
Los gobiernos locales y nacionales en esos países tomaron una ventaja injusta aprovechando la ignorancia de los Masai y les robaron tramos enormes de tierras de pastoreo, en la mayoría de los casos las mejores áreas de pastoreo, poniendo en riesgo su única forma de vida social y económica, el pastoralismo.
La fiera lealtad de esa gente a sus tradiciones ha amargado sus relaciones con sus dominadores coloniales.
Se les dieron muy pocos o ningunos servicios sociales y de infraestructura; como gobiernos post-independientes hicieron poco para mejorar su tasa de alfabetismo, pocos obtuvieron educación formal. Mientras que otros se adaptaron a las formas modernas de vida los Masai siguieron con su pastoralismo tradicional, que ha sido considerado injustamente como atrasado y depredador como una actividad económica.
Irónicamente, el pastoralismo y la conservación de la naturaleza van mano con mano. Considerando los grandes tramos de tierras abiertas, su vida Silvestre y vegetal abundantes, y su cultura rica y muy idealizada, era casi inevitable que fueran objeto del turismo a gran escala.
En Kenya, el turismo no le ha llevado ningún beneficio económico tangible a la gente Masai. A pesar de su pérdida de tierra, los trabajadores mejor educados de otras partes del país son los favorecidos en el empleo. Los inversionistas de la industria del turismo no son locales y por lo tanto no han arraigado sus utilidades en la economía local.
Tradicionalmente, la tierra no se consideraba como una mercancía para el intercambio como el dinero o el ganado. Con la introducción del turismo se ha hecho posible comerciar tierra por dinero y esto ha creado destitución y pobreza, y ha puesto a los miembros del mismo clan unos contra otros.
En Tanzania, el panorama es similar y en algunos casos peor. En Mkomazi, una reserve cinegética que fue designada sin el consentimiento informado de la gente del lugar, lo que recibieron fue simplemente una orden de expulsión de su propio gobierno.
En el distrito de Ngorongoro, se le dotó al Sultán de los Emiratos Árabes Unidos de un corredor de caza a lo largo de una vasta tierra de pastoreo, sin ningún límite de caza. A los Masai nunca se les informó del proyecto. Cuando reaccionaron indignados, las restricciones al pastoreo ya estaban impuestas sobre sus hatos. El turismo y la caza toman siempre las mejores tierras.
Es claro que el turismo como un comercio no apoya a los que lo hacen rico y satisfactorio. Simplemente explota y agota, en particular en el Tercer Mundo. Tiene que ser redefinido y reorientado si es que alguna vez se va a hacer sostenible. Las tierras intactas en términos ambientales y de biodiversidad constituyen la base de la estabilidad ecológica. Pero han sido ya afectadas con severidad por la industrialización, la urbanización, las prácticas de agricultura insostenible y el turismo masivo.
Aunque el eco turismo suena como algo comparativamente benigno, uno de sus impactos más serios es la usurpación de territorios "vírgenes"; parques nacionales, santuarios de fauna y otras áreas silvestres; las que son entonces empacadas como productos verdes para los eco turistas.
Con la tremenda expansión del eco turismo comercializado, ha crecido de hecho la degradación ambiental, incluyendo la deforestación, la disrupción de los sistemas ecológicos de vida y varias formas de contaminación. Incluso sus proponentes, están de acuerdo en que el eco turismo está lejos de ser la panacea contra la destrucción ambiental.
1 comment:
HOla!
Lo que describes es lamentable ¿tienes fuentes para sustentar lo que refieres? Te lo pregunto porque a lo mejor en algún momento quieres publicar algo con nosotros...
Saludos
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